Solo dos palabras
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Un monasterio de cartujos en el que los monjes solo podían decir dos palabras al año. Esas palabras las pronunciaban durante la comida del día de San Bruno, fundador de la orden.
Entró un joven cartujo al convento y al pasar el año le tocó decir sus dos palabras. “Comida mala”, dijo. El padre prior se le quedó mirando como diciendo, vaya me ha salido un monje rebelde. Pasó otro año y el joven cartujo dijo sus dos palabras correspondientes: “Cama dura”. Las dos palabras que dijo al tercer año fueron: “Hace frío”. Y al cuarto año, no pudiendo más resistir la situación, dijo: “Me voy”.
A esto que el padre prior, que era el único que podía decir más de dos palabras, respondió: “Sí, mejor que te vayas porque desde que entraste no haces más que protestar”.