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Historias

La tregua de Navidad

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Al entrar en el estadio de fútbol de una ciudad inglesa, los aficionados son recibidos por una gran escultura de dos soldados, cada uno con uniforme distinto, que estrechan sus manos por encima de un balón. La escena representa un evento ocurrido durante la Primera Guerra Mundial, conocido como** «La tregua de Navidad»**. Se cuenta que, en la Nochebuena de 1914, se produjo un alto al fuego espontáneo en las trincheras que separaban a los dos ejércitos. Un bando hizo señales al otro, invitándolo a vivir una noche de paz, precisamente en aquella fecha que conmemoraba el nacimiento de Jesús. La iniciativa fue bien recibida: se reunieron militares de ambos lados, intercambiaron sencillos regalos, cantaron villancicos, se tomaron alguna foto de grupo e incluso jugaron un partido de fútbol.

Uno de los villancicos que todos recuerdan haber escuchado o entonado aquella noche es el célebre Adeste fideles, composición del siglo XVIII, al parecer de un músico inglés. El hecho de que el canto original fuera en latín facilitó que pudieran entonarlo personas que no compartían idioma, acompañados por algunas gaitas.

Fuente: opusdei.org

Era diciembre de 1914 y apenas transcurridos los primeros meses desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras anegadas, los soldados del imperio alemán y las tropas británicas intercambiaban disparos sobre una franja de tierra de nadie en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos. Pero al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo: fue la conocida como Tregua Navidad de la Primera Guerra Mundial.

La tregua «surgió entre la tropa» pese a los edictos «anticonfraternización», dice el historiador Stanley Weintraub, en cuyo libro Silent Night cuenta la historia. Tras vocear promesas como «Tú no disparar, nosotros no disparar», algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente cantando villancicos que sustituirían al silbido de las balas. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y fumarse un pitillo juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos, incluso en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas, y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo, y jugaron a fútbol.

«Nadie quería seguir con la guerra», asegura Weintraub. Pero los superiores sí, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos «reanudaron su actividad», dice el historiador. Pero en sus cartas y diarios los soldados reflejaron el grato recuerdo de la tregua: «Qué maravilloso –escribió un combatiente alemán–, y qué extraño al mismo tiempo».

La tregua comenzó en la víspera de la Navidad el 24 de diciembre de 1914, cuando las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras, luego continuaron con su celebración cantando villancicos: específicamente «Stille Nacht» (Noche de paz). Las tropas británicas en las trincheras al otro lado respondieron entonces con villancicos en inglés.

Fuente: nationalgeographic.com.es