La tienda de cruces
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Érase una vez un hombre que siempre iba protestando de la cruz que Dios le había puesto encima. Un día fue a la tienda de cruces a cambiar la suya por otra. Allí las había de todos los colores, formas y tamaños. Al entrar le dijo al tendero:
– Vengo a cambiar mi cruz, porque la que tengo no me gusta.
– Aquí tiene Vd. el catálogo. Escoja la que prefiera.
– Deme Vd. ésta.
Sale a la calle y a los pocos pasos vuelve a la tienda.
– Oiga, que ésta tampoco me gusta. Deme Vd. aquella.
Sale a la calle y a los pocos pasos vuelve a la tienda.
– Ésta tampoco me gusta. Deme Vd. aquella otra. Y después de probar varias, le dice al de la tienda:
– Deme Vd. la mía que es la que mejor me va.
¡Natural! La tuya es la mejor para ti. Por eso te la ha puesto Dios. La que es a tu medida. La que te va mejor.