La historia de la sonrisa de Christine
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DICIEMBRE 2019, BRUSELAS. Escucho con atención la historia de la sonrisa de Christine. Hoy es una mujer resuelta y segura, pero, según me cuenta, no siempre fue así. No tuvo una infancia feliz y en la escuela primaria lloraba fácilmente. Cuando empezó la secundaria, decidió dejar de llorar y esforzarse por sonreír. No resultó fácil al inicio, pero poco a poco se hizo natural en ella. Se daba cuenta de que eso aliviaba su propio sufrimiento y la gente notaba su sonrisa; a veces le decían que era como un rayo de sol.
Un día, en su primer año de universidad, iba por la calle cuando notó que un chico joven la observaba con aire extraño. Se iban acercando más y más hasta que él se paró y la miró fijamente. Asustada, Christine se dispuso a cruzar la calle, después de sonreírle, un poco molesta. De reojo vio que se volvía y la seguía con la mirada. Se quedó intranquila, pero desapareció.
Unas semanas más tarde Christine quedó con varios amigos para una cena. De repente —no se lo podía creer— advirtió a ese chico entre el grupo. En cuanto la vio, se dirigió hacia ella, que esta vez no encontraba escapatoria. Cuando estuvo ya muy cerca, le dijo:
—No sé si te acuerdas de que hace unos días nos cruzamos por la calle. Yo iba a suicidarme, pero tu sonrisa me conmovió interiormente. Pensé que quizá en mí había todavía algo bello y que valía la pena vivir. Aquí estoy y, desde entonces, voy más tranquilo. Quería darte las gracias.
Christine se quedó tan impactada que no supo qué decir y ni siquiera se le ocurrió preguntarle el nombre. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo importante que había sido su tenaz lucha infantil por sonreír.
Fuente: Isabel Sánchez, Mujeres Brújula.