La conversión de Hanah en Belén
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Scott y Kimberly Hahn organizaron un viaje familiar a Tierra Santa. A su hija Hanah (12 años) le encantaba viajar, pero no le atraía nada visitar numerosas iglesias. Su padre estaba disfrutando de cada lugar que recorría y se quedaba absorto con las explicaciones del guía. Pero se dio cuenta que su hija Hanah no compartía las mismas sensaciones: estaba tremendamente aburrida por hacer colas interminables.
Cuando llegaron a la basílica de Belén, había una gran cola, pero padre e hija consiguieron con cierta pillería saltarse la cola y ponerse en los primeros puestos. El problema vino después: había que esperar al resto a que visitase la estrella que indicaba el nacimiento de Jesús. Una vez más comenzó la cara de aburrimiento de Hanah… después habría que visitar otra iglesia más.
El guía se les acercó y les dijo que el siguiente plan sería ir a visitar un orfanato… ¡Un orfanato!… A Hanah se le iluminó la cara… era una actividad distinta, y además con niños. A ella le encantaban los niños… Fueron al orfanato y la misión de Hanah consistía en acunar a los niños más pequeños para que tuvieran algo de cariño. Ella lo hizo encantada, además era una experta porque era la 3ª de seis hermanos. Y las monjas encargadas del orfanato, al ver que lo hacía bien le pasaron varios niños más.
Hanah comprendió lo que significa dar amor a un niño que necesita sentir el cariño maternal. Y entendió en Belén el cariño que necesitó Jesús al venir al mundo. San Lucas en su evangelio nos indica que Jesús estaba envuelto en pañales… pero eso significa que alguien -la Virgen María, una adolescente- le vistió y le mimó.
Allí en Belén fue donde verdaderamente comenzó la conversión de Hanah, cuando tenía 12 años… a unos metros de donde nació Jesús. Jesús tocó su corazón de una forma muy diferente a la de sus padres. A los pocos meses organizó en su ciudad una campaña de recogida de ropa y juguetes para estos niños.
Fuente: La alegría de Belén