La búsqueda de Dios
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Una historia rabínica que fue consignada por escrito por Elie Wiesel.
Cuenta el relato que Jeshiel, un muchacho aún pequeño, entró precipitadamente y llorando a la habitación de su abuelo, el célebre rabí Baruj. Gruesas lágrimas le corrían por las mejillas, mientras se lamentaba: «Mi amigo me ha abandonado. Ha sido muy injusto y se ha portado muy feo conmigo».
«A ver, ¿no puedes explicármelo un poco más?», le preguntó el maestro.
«Sí», respondió el pequeño. «Estábamos jugando al escondite, y yo me escondí tan bien que no pudo encontrarme. Pero, entonces, simplemente dejó de buscarme y se marchó. ¿No es feo eso?».
El escondite más hermoso había perdido su belleza porque el otro había interrumpido el juego. Entonces, el maestro acarició las mejillas al pequeño, y a él mismo se le llenaron los ojos de lágrimas. Y le dijo: «Sí, no hay duda de que es muy feo. ¿Ves?, con Dios es exactamente lo mismo. Él se ha escondido, y nosotros no lo buscamos. Piensa: Dios se esconde, y los hombres ni siquiera lo buscamos»
Fuente: Joseph Ratzinger