¿Dónde está Dios?
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«Un matrimonio tenía dos hijos pequeños, ambos a cual más traviesos. No podían vivir sin meterse en líos y conflictos. Cualquier cosa que sucediese en el pueblo, ya se sabía quienes eran los autores.
La mamá oyó decir que el Sacerdote de la Parroquia tenía mucha maña para manejar a los niños y le pidió si podría hacer algo. El sacerdote aceptó gustoso. Era un hombrachón y de voz muy profunda. Pero exigió hablar primero con cada uno de ellos.
La mamá le llevó primero al más pequeño. Ya delante del sacerdote éste le pregunta sin mayores preámbulos:
- ¿Dónde está Dios? El niño sorprendido no respondió.
De nuevo vuelve a hacerle la misma pregunta:
- ¿Dónde está Dios? El pequeño seguía mudo.
Por tercera vez y con mayor insistencia vuelve a decirle:
- ¿Dónde está Dios?
El chiquito asustado echó a correr y no paró hasta llegar a su casa. Subió al piso de arriba y se metió en el armario. Su hermano mayor que lo vio le pregunta ¿qué pasa, hermano?
El chiquito le dice casi sin aliento: “Hermano tenemos un grave problema. Han secuestrado a Dios, y creen que hemos sido nosotros”».