Derek Redmond llega a la meta ayudado por su padre
Publicado
- 🕒 2 min read

En 1992, los Juegos Olímpicos de verano se celebraron en Barcelona, España. El favorito para ganar la carrera de 400 metros lisos era un atleta inglés llamado Derek Redmond.
Había entrenado durante años para competir en las Olimpíadas. Pero mientras corría a toda velocidad, a 250 metros de la meta, se rompió el tendón de la corva y se desplomó en la pista con mucho dolor.
Los asistentes se acercaron a él. La carrera parecía acabada. Sin embargo Derek logró ponerse de pie y a saltos, a la pata coja, continuó la carrera, a pesar de que los jueces querían sacarle de la pista.
De repente, un hombre corpulento saltó desde las gradas y apareció en medio de la pista, luchando contra los guardias de seguridad. Se puso a su lado, la agarró de una mano y le pasó la otra alrededor de la cintura.
Era su padre, Jim Redmon. Mientras le sostenía y avanzaban le decía: “Hijo, no tienes que hacer esto”. “Sí, tengo que hacerlo” —contestó.
—“Pues bien, vamos a terminar esto juntos”.
El joven corredor se apoyó sobre el hombro de su padre y tambaleándose, logró terminar la carrera mientras una multitud de 65.000 personas, de pie, vitoreaba a los dos hombres.
A pesar del dolor, a pesar de las lágrimas, decidió darlo todo. El amor fuerte de su padre, que lo levantó cuando estaba caído y le ayudó a sostenerse y a caminar, lo llevó hasta la meta.
¿Qué fue lo que hizo a su padre bajar de la grada e ir al encuentro de su hijo? Ver el dolor en el rostro de su hijo. Su hijo estaba herido, pero quería terminar la carrera, así que el padre vino a ayudarlo a terminar.
DIOS ES ASÍ.
Fuente: ¿El día que cambió mi vida?