Burrito sarnoso (San Josemaría)
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En cierta ocasión, viviendo en Madrid, en medio de un ambiente de persecución religiosa, difícil y agresivamente anticlerical, se le abalanzó en la calle un sujeto de mal aspecto con clara intención de agredirle. De improviso, se interpuso inexplicablemente otra persona, que repelió al agresor. Fue cosa de un instante. Ya a salvo, su protector, acercándose, le dijo quedamente al oído: «¡burrito sarnoso, burrito sarnoso!», palabras con las que san Josemaría se definía a sí mismo, con humildad, en la intimidad de su alma, y que sólo conocía su confesor. La paz y el gozo de reconocer la visible intervención de su Custodio le llenaron el alma.
Fuente: Andrés Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei