Mis conversaciones con las almas del purgatorio
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La Princesa Eugenia von der Leyen llevó una vida santa. Era profundamente piadosa, alma humilde como San Francisco, muy atenta en hacer el bien; su caridad no conocía límites, lista para ayudar en cualquier momento y pronta a cualquier sacrificio. Todos los que la conocieron le tuvieron un gran respeto y veneración. Nada estaba más lejos de ella que la búsqueda de honores y fama, sólo quería hacer felices a los demás, y en eso sí que era experta. La personalidad de la Princesa es el mejor fundamento de absoluta credibilidad. Querida de Dios y de los hombres.