Un discurso por un mundo más fraterno
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Me gustaría ayudar a todo el mundo si fuese posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos. La vida puede ser libre y bella, pero necesitamos humanidad antes que máquinas, bondad y dulzura antes que inteligencia. No tenemos ganas de odiarnos y despreciarnos: en este mundo hay sitio para todos. Luchemos por abolir las barreras entre las naciones, por terminar con la rapacidad, el odio y la intolerancia. Las nubes se disipan, el sol asoma, surgimos de las tinieblas a la luz, penetramos en un mundo nuevo, un mundo mejor, en el que los hombres vencerán su rapacidad, su odio y su brutalidad.