La cultura del adjetivo
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Con la vida de la gente parece más fácil poner rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas. Le ponemos etiquetas a la gente, este es así, este hizo esto, así, así son la gente que murmuran, los chismosos son así. Estos rótulos que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos; acá están los justos y allá los pecadores. Y eso Jesús no lo acepta, eso es la cultura del adjetivo. Nos encanta adjetivar a la gente, nos encanta. ¿Vos como te llamás? Me llamo bueno. No, ese es un adjetivo. ¿Cómo te llamás? Ir al nombre de la persona, quién sos, qué haces, qué ilusiones tenés, cómo siente tu corazón. A los chismosos no les interesa, buscan rápido la etiqueta para sacárselos de encima. La cultura del adjetivo que descalifica a la persona, piénselo eso, para no caer en esto que se nos ofrece tan fácilmente en la sociedad