En continua acción de gracias
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Me imagino a mi alma como un solar, y pido a la Santísima Virgen que quite de él los escombros que pudieran impedir estar limpio. Luego le suplico que levante Ella misma una amplia tienda digna del cielo, que la adorne con sus propios aderezos. Después invito a todos los ángeles y santos a que vengan a dar un magnífico concierto. Creo que, cuando Jesús baja a mi corazón, está contento de verse tan bien recibido y yo también estoy muy contenta.
Nada de esto impide, sin embargo, que las distracciones y el sueño vengan a veces a visitarme. Pero cuando salgo de la acción de gracias, viendo lo mal que la he hecho, tomo la resolución de permanecer todo el día en una continua acción de gracias…