Ante la tentación de la ira: silencio
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El mejor remedio contra las palabras duras y airadas es el silencio. Debes aprender a callar cuando sabes que cualquier cosa que digas herirá a alguien. Si sientes la tentación de la ira, acostúmbrate a guardar silencio durante treinta segundos y pídele a Dios paciencia: así tratarás a los demás con serenidad y eficacia.